Espíritus

SINDA MIRANDA

SINDA MIRANDA

Nací con varios talentos que pude haber desarrollado de no haberme dispersado tanto durante mi niñez y adolescencia.

Después, ya de adulta, la necesidad de trabajar para poder vivir dignamente y sin ninguna clase de lujos; me permitió tener un poco de tiempo libre solo para asearme, ocuparme de la casa, alimentarme y descansar.

Estudiar lo que soñaba, lo intenté más de cinco veces, pero el agotamiento físico me impedía asistir a clases después del trabajo o preparar con pasión, las materias en casa.

Poco a poco me fui convirtiendo en autodidacta y a mis 43 años sigo sintiéndome así; porque cuando tengo un par de horas libres, me pongo a investigar y a poner en práctica todo lo que leo, sobre lo que me gusta.

Solo hubo un talento, mal llamado así, para el cuál no necesitaré nunca una formación.

Cuando nacemos con una virtud o capacidad que de manera innata la ponemos en práctica desde el primer día de nuestra vida, no estamos hablando de talento, sino de DON.

El talento está relacionado con la belleza, el don con el amor.

El talento desarrollado puede llegar a convertirse en una fuente de ingreso muy importante. Vivir de lo que nos gusta, es lo mismo que vivir de nuestro talento. Nos gusta a nosotros, les gusta a los que pagan por ello y todos disfrutamos. A la belleza, no se le resiste nadie, ni siquiera el espíritu más disperso.

En cambio el don, no nos dará de comer y si alguna vez recibimos algo de dinero por él, este se acepta en concepto de gratitud y como un regalo del mismo amor dado desinteresadamente.

Todo lo que das, consciente o sin darte cuenta, vuelve. Cuando se da, se recibe. Así funciona la Vida y esto lo aprendemos de la misma naturaleza.

Es importante evitar todo prejuicio respecto al dinero que espontáneamente te ofrecen por tu don; porque negarse a aceptarlo, bloquea tu capacidad de entregarte por amor y dicha actitud negativa, generará en tu cuerpo, una enfermedad.

Debes asumir y reconocer, que el don que a través tuyo se ofrece, produce en tu cuerpo un desgaste importante de energía. La Vida, te devolverá esa energía de diversas formas, para que te recuperes y puedas estar fuerte otra vez. El dinero es una de ellas y compartir tu don, es tu misión.

El don no exige, no pone precio a su servicio, ni condiciones. Se preserva, se oculta y se mantiene durante muchos años en silencio, desarrollándose y obrando secretamente.

El don se comparte primero con los que están más cerca y se brinda amorosamente sin resistencia. Transcurridos muchos años y cuando ha alcanzando cierta maduración; la Vida permite que cualquiera se beneficie de él, cualquier persona que ande cerca de vos, vecina o desconocida. Su exposición es inevitable, porque el don viene del cielo… como el agua de lluvia y la energía del sol.

Nací, con varios talentos y un único don, que mis más íntimos conocen y aceptan. Soy médium. A veces veo, escucho o sueño con espíritus que viven en otro plano de existencia.

Cuando un alma se ha ido y quiere darle un mensaje a alguien «que yo conozco», me visita. Jamás los invoco. Jamás los busco ni los llamo. En definitiva no hago absolutamente nada, para conectar con ellos. Simplemente sucede de pronto, por sorpresa; y los veo, los escucho o me vienen a ver cuando duermo.

Mi don se revela sin que yo pueda evitarlo y únicamente a quién más lo está necesitando: amigos íntimos y familiares, «siempre conocidos». Digamos que solo soy médium para mi círculo privado o que lo soy, con quién creo un vínculo de amistad, por pequeño y débil que éste sea. Me basta con verte una vez a los ojos, para conocer lo que hay en tu corazón y permitir que se abra esa puerta: el pasaporte que los espíritus necesitan, para comunicarse con vos.

La muerte no duele porque la muerte no existe.

La vida sigue cuando se abandona el cuerpo físico.

Y al cuerpo, lo abandonamos antes de sufrir con su agonía material.

Estuve también del otro lado y te puedo asegurar que allí solo hay felicidad.

Nada de odio, nada de rencor. De pronto… la comprensión divina, la verdad iluminada, la sabiduría pacífica y el amor en el que se descansa hasta volver a encarnar…

 

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