Hasta qué punto sirve planificar el día?
Ayer tenía un programa, para aprovechar bien mi tiempo, en armonía con la naturaleza y la sociedad. De pronto, a la hora de arrancar mi mañana, todo comenzó a cambiar, de manera inexplicable.
La planificación tan clara y ordenada que seguía, se había desvanecido ante el inminente destino que se me presentaba. Y acepté los acontecimientos sin más, mientras se sucedían uno detrás de otro; sin impedir que pasara lo que tenía que pasar, aunque ello me provocara algunas lágrimas vacías de por qués.
El presente que habito puede cambiar ahora mismo y hacerme reír o llorar; y separarme de los que amo o separar de mi lado a los que me aman y aún así enseñarme cuán fuerte puedo ser y cuánto puedo aprender, si sigo soltando… si me quedo sin nada.